A mediados del 2010, hace casi seis años,
llegué por un trabajo del colegio a la comunidad Martín Lutero de la IELCH en
Concepción. En los años que siguieron, me hice parte de la iglesia luterana, me
confirmé como luterano, mi familia también empezó a trabajar en la comunidad y
asistí al Grupo de Jóvenes por varios años. Allí realizamos diversas
actividades y compartimos con muchas personas que en diferentes instancias de
sus vidas, fueron parte de este grupo. Las obras de navidad, los campamentos,
los cultos familiares, paseos, visitas a otras comunidades, son todos recuerdos
que marcaron fuertemente esos años, de gran alegría por estar compartiendo mi
fe y construyendo un proyecto conjunto con hermanos y hermanas de la fe, y de
diversos aprendizajes que me han ayudado hasta el día de hoy.
El entrar a la Universidad, con todas las
cargas y tiempo que significa, implicó un alejamiento de muchos del Grupo de
Jóvenes de la vida en la comunidad, y en eso me incluyo. Actualmente intento
recuperar la relación con la Iglesia, pero el distanciamiento que en los hechos
tuve durante un tiempo, no impidió que los valores que aprendí en el Grupo (la
fraternidad, la capacidad de trabajar en equipo pese a las diferencias)
siguieran haciéndose presentes en otras actividades a las que me dediqué, como
el trabajo en el ámbito estudiantil, y más recientemente, el programa de radio
Diálogos Evangélicos, en el cual, junto con otros jóvenes de diferentes
confesiones cristianas evangélicas debatimos sobre temas de relevancia social,
desde una perspectiva crítica.
Espero sinceramente poder trabajar de nuevo en la tarea de construir comunidad en nuestra Iglesia. Los/as jóvenes luteranos tenemos mucho que aportar a nuestras comunidades y a nuestro entorno, porque en un mundo con tantas injusticias y opresión, es imprescindible que nuestra fe sea activa, que nos comprometamos en llevar el mensaje de amor y esperanza a quienes hoy no son capaces de ver a Dios, y por sobre todo, nos pongamos a su disposición en todos los lugares que nos encontremos (universidad, trabajo, poblaciones, etc.) para hacer su voluntad de una sociedad justa y fraterna.