El día que vimos la película Martín Lutero, estábamos muy contentos de poder reunirnos un día más, puesto que en estas circunstancias se nos hace un poco complicado hacerlo. En la tarde, se estaba velando a un miembro (aunque no tengo certeza de si fue un miembro) de la congregación que había fallecido y no sabíamos que hacer al respecto, si pasar en puntillas por la sala del templo, dar las condolencias, conversar con Don Juan (nuestro guarda templo) o sólo dibujar una sonrisa y saludar cortésmente a los que estaban velando a su familiar. Es una situación complicada, pero gracias a Eduardo que siempre está preocupado de nosotros y nosotras, pudimos salir adelante.
Con ayuda de la hermana Erica, pudimos armar toda nuestra parafernalia cinéfila. Gracias a Conni (coordinadora de las actividades del grupo) y Rodrigo (representante del grupo) y Nicolás, miembro del grupo de jóvenes, pudimos realizar todo y, gracias a Dios, todo salió muy bien. El evangelio señala que aun cuando estén dos o tres congregados en su nombre, Cristo está en medio de ellos; superamos con creces ese número, puesto que habíamos 4 personas compartiendo y, compartimos no sólo la agradable conversación y las galletitas tan ricas que trajo Connie, sino que también el esfuerzo por poder hacer que el grupo de jóvenes siga funcionando en la congregación. Lo triste es a veces cuando Eduardo, el pastor de la congregación, tiene que andar casi volando de un lado para otro, y no puede estar con nosotros y nosotras, compartiendo sus experiencias, sus palabras, sus sonrisas.
En este tiempo donde pareciera que todo se reedita, se actualiza, me pongo a pensar en lo viejo que estoy. Recuerdo cuando Conni era una niña que asistía al culto infantil y de un momento a otro quiere integrarse al grupo de jóvenes, no puedo negar la sorpresa que sentí al verla, y más aun ahora que empieza a organizar y coordinar nuestras actividades, y a Rodrigo, admirador de la poesía y música latinoamericana, a Nicolás, que nos compartía sus deseos de seguir estudiando electricidad. Fue un momento muy lindo para conversar acerca de nuestros sueños, de nuestros proyectos de vida, personales y profesionales. También recuerdo a mi amigo Patrick, o Patricio como yo le digo para molestarlo, cuando de un momento a otro dice: “quiero organizar el grupo de jóvenes…” el grupo de jóvenes, que tras muchos intentos por organizarse, parecía que no podía funcionar.
Te enviamos un fuerte abrazo Patrick, esperamos tenerte muy pronto de vuelta. Las vueltas que damos por el mundo, bien se podrían traducir en los viajes que hacemos por la ciudad. Pasar por la plaza, escuchar como la gente canta y se divierte y llegar a un templo, donde hay música “Ad hoc” para acompañar el velatorio. Con personas tomando cafecito y sin tanta aparente tristeza.
Yerko Salazar Aguayo
No hay comentarios:
Publicar un comentario