
Producto de compromisos y responsabilidades de los miembros, este grupo comenzó a desarmarse poco a poco, a pesar de los variados intentos por evitarlo. Sin embargo todo lo vivido por cada uno de sus miembros les permitió acercarse más a la Iglesia. En mi caso el hecho de haber participado en este grupo me acercó a la comunidad y a otros grupos dentro de la Iglesia como el coro. Para mí fue tan emotiva la participación del coro en Concepción, que cuando me fui a Santiago el hecho de no tenerlo me pesaba. Hasta que Italo Riffo, miembro de la Iglesia Redentor, decidió crear un coro allí con el nombre de Dietrich Bonhoeffer. Actualmente he sido electa tesorera del coro, a aproximadamente un año de su creación y puedo decir que participar de este grupo ha sido muy similar a cuando estaba en el grupo de jóvenes, lo cual ha sido hermoso al recordar acontecimientos pasados.
Tener a Dios en mi vida me ha permitido vivir en paz, tranquila y me ha dado energías para los compromisos universitarios. Es una experiencia que la recomiendo completamente.
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