Puerto Fonck Enero 2011

Cada vez que uno tiene un tiempo para pensar, se da cuenta de lo hermosa que es la vida y de las experiencias y momentos que a veces se dejan de lado por la rutina, la falta de tiempo, el estrés. Pero cuando decides dejarte un tiempo, hacer una pausa, puedes vivir aquello de lo que te estabas privando. Yo pasé por esta experiencia a través del campamento de Puerto Fonck.

Había tenido la idea de ir hace ya harto tiempo, hasta que finalmente decidí ir. Allá me encontré con un lugar hermoso, realmente sacado de un sueño, con praderas extensas de pasto verde, un lago enorme y personas increíbles. Con estas personas pude compartir largos ratos jugando cartas, haciendo taller de cocina y tazas en mi caso; porque además había otros talleres como mostacillas, pesca y tallado; ayudándose en las alianzas, jugando Volley o bien conversando en “las familias” (grupos de conversación creados por los monitores). Una noche disfrutamos de diversos juegos en conjunto, como la sillita musical, carreras entre grupos, “a moler café”, etc. Otra noche hicimos karaoke entre alianzas y en otra oportunidad recibimos una charla muy interesante sobre sexualidad. La última noche se realizó una fiesta, en la cual pudimos compartir antes de emprender el regreso. Para todas las tareas como servir la comida, limpiar los baños o hacer lavazas, se realizaron turnos, por lo que se puede concluir que todo estuvo muy bien organizado por los colaboradores.

Agradezco a todos aquellos que se dieron el trabajo de organizar este campamento (Gabriela Cobo, Viviana García, Gustavo Heuser, Nicole Schlack, Alfredo Cobo, Rahel Gysel y Eduardo Scheel, Natalia González) y espero que este campamento continúe realizándose por mucho tiempo más.

Constanze Ihl Herbach